jueves, 29 de diciembre de 2011

Doce meses, doce campanadas, doce uvas..., y un deseo

Doce meses más han pasado, otro año vivido lleno de retos, algunos cumplidos y otros aún por realizar, otro año lleno de risas y lágrimas, de aciertos y errores…




Se acerca el último día del año y una vez más volveremos a escuchar las doce campanadas del reloj que nos dirán que un año se va y uno nuevo llega…, lo recibiremos cómo siempre comiéndonos las doce uvas, brindando con cava y cómo no pensando en ese gran deseo convencidos de que el año que viene se cumplirá….



31 de Diciembre, para unos una noche mágica, de fiesta, bebida y cotillón…, para otros una noche más, y para algunos una noche de tristeza, recuerdos y soledad…, así es la vida, cargada de mil cosas a la vez, cargada de sueños y decepciones, porque cada persona es un mundo y no tenemos más opción que vivir en él pase lo que pase y cueste lo que cueste….



Mi mundo hoy…, un auténtico caos…, voy vagando por caminos inciertos, sin rumbo fijo…, tratando de encontrar el correcto, así que ese será mi gran reto para el nuevo año, explorar nuevos horizontes, dejando atrás una etapa de mi vida…, tratar de controlar este corazón loco que me ha hecho perder el norte y luchar por conseguir alcanzar mis sueños…



Y mi deseo…, ese tan especial…., bueno…, dicen que si lo cuentas no se cumplirá nunca…, así que si me lo permitís…, lo guardaré cómo un tesoro en lo más profundo de mi loco corazón…



¡¡¡ FELIZ 2012 A TODOS!!!

OJALÁ TODOS VUESTROS SUEÑOS Y DESEOS SE HAGAN REALIDAD










jueves, 15 de septiembre de 2011

El Silencio





Esta tarde, un gran amigo ha escrito una frase en su estado de Facebook que me ha hecho pensar…, decía así:

“No existe nada más interesante que la conversación de dos amantes que permanecen callados”(Honoré de Balzac 1799-1850 Escritor Francés)

Me ha hecho pensar que el silencio a veces…, lo dice todo…, que no hacen falta mil palabras para explicar lo que siente el alma…, que a veces es mejor callar y dejar que él…, el silencio…, hable por si sólo…

Me ha hecho pensar que el silencio.., cómo el amor…, puede darte la vida o quitártela en un solo instante…

Y sobretodo me ha hecho comprender…, que a veces el silencio…, desemboca en la dolorosa distancia…, y no me refiero a los kilómetros, sino a esa distancia que se siente fría y distante…, aún estando cerca…

El silencio y la palabra…, dos lenguajes, dos bellos misterios…, la gran pregunta es: ¿Con cuál me quedo?..., no lo sé…, ¿con cuál te quedas tú?...

jueves, 25 de agosto de 2011

Balance de Sentimientos


Cómo cada año por esta fecha, tengo la sensación de que se acaba el año, Septiembre se acerca y con él el Año Nuevo…

Hago balance de lo que se queda atrás…, las cosas vividas, buenas y malas…, intento recordar cada experiencia, todos los momentos que me hicieron sonreír, también aquéllos en los que lloré…

Ha sido un año intenso repleto de emociones que me han hecho replantearme mi vida y darme cuenta de muchas cosas que debo cambiar a pesar de que no quisiera hacerlo, a veces es muy duro dejar atrás algo que consiguió llenarte el alma de sensaciones y momentos inolvidables, pero la vida con sus vaivenes te demuestra que cuando algo se rompe, hay un antes y un después…, y que por mucho que quieras y luches por no perderlo…, nunca volverá a ser lo mismo, siempre existirá esa barrera invisible que tan sólo lleva al abismo..

Septiembre llegará pronto, y con él empezará el Año Nuevo, el último de una etapa inolvidable, mi último año de universidad, por fin alcanzaré la meta, seré Licenciada en Publicidad y RRPP, conseguiré hacer realidad un sueño que me parecía inalcanzable cuando empecé y me sentiré felíz, pero a la vez una inmensa tristeza me invadirá por acabar lo que para mi ha sido una dulce etapa de mi vida que jamás podré olvidar.

Ahora toca afrontar ese reto, disfrutar del final con todo mi corazón y meterme de lleno en el nuevo principio de mi vida, buscar nuevos horizontes, nuevos proyectos, nuevos sueños…, mirando siempre al frente, sin volver la vista atrás…, viviendo cada segundo cómo si fuera el último y guardando en lo más profundo de mi corazón aquello que aún resistiéndome con todas mis fuerzas tuve que dejar en el camino…

domingo, 24 de julio de 2011

Un rayo de esperanza:)

Por fin parece que hay un rayo de esperanza para luchar contra la ceguera y la deficiencia visual, una pequeña luz al final del túnel, que aunque de momento se está investigando sobre el tema, para las personas cómo yo que sufren algún problema en la vista nos ayuda a mantener la esperanza viva.
Se trata de un implante de retina inteligente que podría ayudar mucho a mucha gente.
Aquí dejo un enlace con información más precisa y detallada para todos aquéllos que les pueda interesar:

http://www.tendencias21.net/Las-primeras-protesis-de-retina-podrian-llegar-al-mercado-en-2011_a3651.html

Y si a su vez hay alguien que tenga más información sobre este tema le estaría eternamente agradecida si la compartiera con nosotros en este blog:)

Ojalá este sueño se haga realidad, pero si no es así..., pase lo que pase seguiremos luchando, porque cueste lo que cueste no debemos conformarnos con SOBREVIVIR, debemos hacer lo imposible por VIVIR:)

sábado, 9 de julio de 2011

Las dos Princesas

Érase una vez dos pequeñas princesitas que llegaron del cielo para colmar de felicidad una familia, llenando cada día de alegría con sus risas de cascabel y su infinita ternura.

Verónica la mayor era dicharachera, risueña y juguetona, Marta la pequeñita era más seria e introvertida y se pasaba el día jugando con sus muñecas y metiendo todo lo que encontraba en montones de bolsos diferentes, por lo que su madre se volvía loca buscando entre ellos cuando no encontraba las llaves.

Así, entre juegos, risas, alegría, felicidad…, y sobretodo mucho amor, los años iban pasando y las pequeñas princesas iban creciendo, poco a poco iban construyendo su castillo de sueños con las piedras que recogían del camino, y aunque en ocasiones la vida les ponía obstáculos y las lágrimas rodaban por sus mejillas, las dos juntas, siempre unidas y de la mano de su mamá saltaban el muro y seguían caminando, las tres juntas eran invencibles porque el amor que las unía era infinito, mágico y nada ni nadie en el mundo podía romper esa unión.

Hoy Marta, esa pequeña princesita cumple 18 años, aquélla niña introvertida que jugaba con sus muñecas es hoy una mujer de la que me siento profundamente orgullosa por su gran corazón, por su humildad, por su dulzura, por su sensibilidad…, por miles y miles de razones que jamás acabaría de describir, pero sobretodo Marta quiero que sepas que TE QUIERO CON TODO MI CORAZÓN y que en un día tan especial cómo hoy te deseo toda la felicidad del mundo, que tengas una vida llena de sueños tan maravillosos cómo tú y no hace falta que te diga que todos estaremos a tu lado para ayudarte a cumplirlos, que estaré a tu lado compartiendo risas y lágrimas cómo siempre y para siempre.

No cambies nunca, no permitas que nada ni nadie te imponga lo que tienes que hacer o cómo hacerlo, sigue siempre lo que te dicte el corazón, porque aunque a veces parece que no nos dice la verdad, no es cierto, el corazón nunca te engañará aunque el camino no sea el más fácil, lucha por tus sueños pequeña princesa, vuela siempre alto hacia ellos sin miedo porque pase lo que pase nunca estarás sola, siempre tendrás a tu familia para cuidarte, quererte, adorarte…

Y así con una bella princesa ataviada con sus mejores galas, en compañía de su inseparable hermana y de la mano de su mamá, dieron una gran fiesta en su honor celebrando 18 maravillosos años de felicidad rodeada de su familia, amigos…, y quién sabe…, quizá se encuentre entre ellos su PRINCIPE AZUL:)

¡¡¡¡¡¡MUCHAS FELICIDADES PRINCESA!!!!!!

sábado, 2 de julio de 2011

El "Presente" es nuestro mayor "Tesoro"


A veces nos refugiamos en nuestros recuerdos, nos aferramos a ellos añorando tiempos pasados que jamás volverán…

Otras veces en cambio, ponemos los cinco sentidos en correr tras un sueño sin tener la certeza de llegar a él…

Pero…, ¿qué pasa con el presente?, ¿qué pasa con el “ahora”?..., estamos siempre tan pendientes de lo que fue y lo que puede ser que se nos olvida que tenemos que vivir, y la vida es “ahora”.

Debemos guardar nuestros recuerdos cómo un tesoro en nuestro corazón, porque forman parte de nosotros, debemos luchar contra viento y marea por alcanzar nuestros sueños…, pero lo más importante es tener la certeza de que la vida se compone de momentos, pequeños momentos que debemos vivir con intensidad, porque cada uno es especial e irrepetible…

Existe un Proverbio Oriental que dice: “Mal acabará quién quiera adentrarse en el futuro ignorando lo que sucedió en el pasado porque entonces no vivirá el presente”

Tiene mucha razón, así que no lo olvides…: Recuerda…, sueña…, pero por encima de todo siente y vive el “AHORA”.

viernes, 17 de junio de 2011

Laberinto


A veces pienso que vivo en un laberinto en el que hay infinidad de caminos…
¿Cuál escojo? Me pregunto…, ¿cuál será el correcto?..., no lo sé…, finalmente escojo el de la derecha, y pienso: “Este es”, empiezo a andar con paso firme y decidido…. Y me encuentro con una pared…

Entonces me paro, miro a mi alrededor y veo de nuevo diferentes caminos que seguir..., de nuevo surge la duda: ¿Cuál elijo esta vez?, no sé…, el de la izquierda quizás…, vuelvo a andar, aunque más despacio, y finalmente aparece de nuevo la pared…

La historia se repite una y otra vez, por más que camino, no hallo la salida, me pierdo..., lo vuelvo a intentar..., me vuelvo a perder...

En ocasiones las fuerzas me flaquean y pienso: ¿Lo encontraré algún día?, ¿Seré capaz de emprender el camino que conduce a la salida de este laberinto?

No lo sé…, tan sólo tengo clara una cosa…

Por duro que sea, aunque tenga que dar mil vueltas en círculo, aunque el mundo diga que por ahí no es y tenga que enfrentarme a él, aunque sea imposible…, pase lo que pase y cueste lo que cueste yo siempre seguiré el mismo camino…, “El que me dicta el corazón”.

sábado, 28 de mayo de 2011

Para mis tres "ángeles"






Cuando empecé mi aventura universitaria estaba muerta de miedo, por mil razones, tenía miedo de no ser capaz de hacerlo, miedo de que mi discapacidad visual fuese un obstáculo insalvable para estar allí, miedo de no encajar con compañeros de clase a los que doblaba la edad, miedo a lo desconocido,, miedo al fracaso…, miedo, mucho miedo, pero mezclado con mucha ilusión impulsada por una fuerza extraña que me nacía directamente del corazón.

Lo que yo no sabía en ese momento es que tendría la inmensa suerte de encontrar en ese camino que tanto miedo me daba a tres “ángeles” que estarían siempre a mi lado para protegerme, ayudarme y darme toda la fuerza que yo no tenía.

Aparecieron poco a poco, de uno en uno, y me envolvieron con su magia haciéndome ver la luz en los momentos más oscuros, tendiéndome la mano para levantarme cuando sufría una caída…, siempre estaban ahí…, siempre están ahí…

Ellos saben lo mucho que valoro todo lo que me dan, todo lo que hacen por mi, se lo he dicho muchas veces, pero hoy quiero gritarle al mundo la inmensa suerte que tengo de contar con ellos, quiero que el mundo sepa que existen almas maravillosas y yo tengo la suerte de haber encontrado tres en mi camino que me han enseñado cosas de un incalculable valor, esas que no se pueden pagar con dinero…., cosas que enriquecen el alma y te devuelven la fe en el mundo…

Por eso hoy quiero darles las GRACIAS desde lo más profundo de mi corazón…

Por tu apoyo, por tus palabras, por confiar y creer tanto en mi… GRACIAS SANTI

Por tu mágica sonrisa, por tu inmensa amistad, por estar siempre en el sitio justo en el momento adecuado… GRACIAS EDDY

Por tu ayuda, tu comprensión, tu cariño, por tu corazón tan inmensamente grande, por tu amistad… GRACIAS PEP

Pase lo que pase, estemos dónde estemos y aunque la vida nos lleve por caminos diferentes siempre ocupareis un rinconcito en mi corazón… GRACIAS A LOS TRES… POR EXISTIR

domingo, 8 de mayo de 2011

Pablo (18 añitos:)

20 de Febrero de 1993, un día especial, un día para recordar, un día para celebrar que nació un pequeño “Polvorilla” que por las noches no dejaba de llorar, tan sólo porque quería estar en nuestros brazos, porque quería sentir todo ese amor que el latido de nuestro corazón le cantaba cómo una nana. Aquél pequeño y dulce angelito llegó a nuestras vidas para colmarnos de felicidad, fue la segunda joyita que adornaba nuestro gran tesoro y que hoy se convierte en un hombre.

Eras tan pequeño, tan bonito, tan tierno…, llegaste con prisa para llenar nuestras vidas de felicidad, y jamás olvidaré la dulce sensación, la magia que inundó mi alma la primera vez que te abracé, y pude besar tu preciosa carita suave y blanca cómo el algodón.

Hoy celebramos que cumples 18 años, y cada día celebramos lo maravilloso que es tenerte. Nos has dado tanto durante estos años, ha sido tan bonito verte crecer, reír, eres tan especial para todos nosotros que en un día cómo hoy se hace difícil encontrar un regalo que esté a tu altura…

¿Qué puedo regalarte?, ¿qué puedo decirte?, no sé…, es que las palabras se quedan muy cortas para expresar tantos sentimientos así que el mayor regalo que puedo hacerte es mi corazón derramado en estas palabras, el mayor regalo que puedo darte, el más sincero es un simple TE QUIERO.

Pase lo que pase, y estés dónde estés, no lo olvides nunca, yo siempre estaré contigo, a tu lado, riendo contigo en los momentos felices y llorando cuando estés triste, coge mi mano siempre que la necesites, es tuya y no dudes nunca en perseguir tus sueños, vuela siempre muy alto hacia ellos, da igual si el mundo te dice que son inalcanzables, porque aunque lo sean, siempre serán tus sueños y si de verdad lo deseas lo conseguirás, camina con paso firme y seguro y recuerda siempre que tu mejor arma será tu sonrisa y tu mejor consejero el corazón.

Y aunque la vida te lleve lejos y consigas llegar a todos esos sueños que tanto anhelas, nunca olvides quién eres y de dónde vienes, nunca olvides que tienes una familia que siempre estará contigo, que durante 18 años te ha regalado amor, caricias, besos, abrazos, y que esa familia seguirá ahí el resto de tu vida para seguir dandótelo TODO a cambio de NADA.

Mil Besos y…..

¡¡¡MUCHAS FELICIDADES!!!!

Nico (18 añitos:)

Hoy es un día especial, hoy celebramos que hace 18 años que tenemos la suerte de tenerte a nuestro lado.
Parece mentira lo rápido que pasa el tiempo…, aún recuerdo cómo si fuera ayer la primera vez que te vi, recuerdo el torbellino de sensaciones y sentimientos imposible de describir con palabras que se desató en mi interior, eras tan pequeño, se te veía tan indefenso dentro de aquella cunita tras aquél cristal que lo único que yo podía pensar era en cómo se podía querer tanto a una personita a la que acababas de conocer.
Tú fuiste el primero en llegar y con el paso de los años la vida nos premió con tres soles más, cuatro preciosos soles que iluminan la vida de toda la familia y especialmente la mía, porque aunque a veces me enfade y me ponga insoportable, no sé si una vida será suficiente para demostraros lo mucho que os quiero.
Hoy celebras tu mayoría de edad, aquél niño de ayer se convierte en hombre hoy, y yo quería hacerte un regalo especial, algo que recordaras siempre, y no se me ha ocurrido mejor regalo que mis sentimientos derramados en un papel, dejarte por escrito todo aquello que nunca te digo y que guardo en lo más profundo de mi corazón.
Quiero que sepas que pase lo que pase siempre estaré a tu lado, que para lo bueno y para lo malo siempre tendrás mi mano, que camines siempre por la vida con paso firme y seguro, que escuches siempre atentamente a tú corazón, hazle caso siempre porque quién elige el camino del corazón no se equivoca nunca, y si alguna vez te pierdes o te caes en este largo camino, no importa, que esa caída te sirva para valorar lo bonito que es volver a levantarse, camina y ponte cómo meta siempre… el horizonte.
No olvides nunca lo mucho que te quiero, y gracias, mil gracias por darme tanto, gracias por esa mirada clara, transparente y esa sonrisa mágica que con sólo verlas me da la vida.

MIL BESOS Y MUCHAS FELICIDADES!!!

viernes, 6 de mayo de 2011

¿Una imagen vale más que mil palabras?




Dicen que una imagen vale más que mil palabras, y quizá sea cierto, porque hay algunas imágenes, paisajes que parecen tener vida propia, que no hace falta decir nada más, basta con verlos para entenderlo todo, pero…
Yo no estoy completamente de acuerdo con esta frase. Vivimos en un mundo en el que lo visual es lo primero y nos olvidamos de que existen otros sentidos, nos olvidamos de que una palabra, tan sólo una puede transmitir tanto o más que una imagen.

¿Alguien se ha parado a pensar qué pasa cuándo no se pueden ver esas imágenes?, ¿deja de tener sentido la vida por no poder verlas?, pues la respuesta a estas preguntas es sencilla, aunque no lo parezca.

Es duro no contar con el sentido de la vista, o tener una baja visión que no permita apreciar los pequeños detalles de las imágenes, pero no por eso se deja de disfrutar de la belleza de la vida, se aprende a “ver” de otra manera, a valorar más la palabra, se aprende a sentir que una caricianos dice muchas cosas, que un olor te puede transportar a un lugar, que una música puede inundar tu alma de sensaciones y sentimientos… se aprende que la vida no es sólo imagen, que existen mil maneras de “ver”, y que mucha gente se olvida de que a veces las palabras, sobretodo si son sinceras, pueden llegar a ser el mayor regalo.
Haz la prueba, en tu próximo viaje, en casa, da igual el lugar, tan sólo cierra los ojos y aprende a “ver” la vida de otro modo, disfruta de la vida con todos los sentidos y descubrirás que al no poder ver te perderás la imagen, pero encontrarás a cambio todo un mundo nuevo de sensaciones fascinantes por explorar, inténtalo y ya me contarás…

24 de Abril




Cuenta una leyenda que hace muchos, muchos años existía un fiero dragón con afiladas uñas y aliento de fuego que tenía atemorizada a toda una ciudad, porque para saciar su hambre voraz se comía a la gente.
Para evitar esto el Rey ordenó que se le diera para comer todo tipo de animales, ovejas, cabras, vacas…, pero el fiero dragón comía demasiado y pronto se acabaron los animales, por lo que finalmente el Rey tuvo que tomar la decisión de sacrificar a una persona de su reino cada día, hasta que…, le tocó el turno a su hija…

Cuando la Princesa estaba a punto de entrar en la cueva del aterrador dragón, apareció San Jordi cabalgando en un blanco corcel ataviado con una dorada armadura y una larga lanza. Luchó valientemente contra la fiera y clavándole su lanza en el corazón logró vencerlo. La sangre empezó a brotar del corazón del dragón y de ella nació un bello rosal. Sant Jordi cogió la rosa más bella y se la entregó a la Princesa en señal de amor.

Desde entonces cada 23 de Abril (día de Sant Jordi), es una tradición regalar una rosa y un libro en señal de amor. Una preciosa historia ¿verdad?, casi tanto cómo la amistad que me regala cada día la persona a quién hoy quiero felicitar, porque un 24 de abril nació hace ya unos años una persona maravillosa, que aunque hace poco que apareció, me ha demostrado cada día que la belleza de su corazón es mucho más bella que aquélla rosa que brotó de la sangre del dragón y que espero que nuestra amistad perdure intacta durante años y años cómo las leyendas.

Hoy te quiero regalar una rosa blanca en señal de amistad, hoy te quiero regalar una rosa blanca a cambio de la sonrisa que siempre consigues dibujar en mis labios, hoy quiero regalarte estas sinceras palabras a cambio de tu apoyo, tu ayuda, hoy (y todos los días), quiero celebrar que tengo la inmensa suerte de contar con TU AMISTAD.

Una lágrima fugaz



Esta mañana al despertar, una lágrima fugaz que se escapó de mis ojos me sorprendió.
¿Qué pasa?, no tengo motivos para llorar, todo me va bien dentro de lo que cabe, quizá algún que otro problemilla cotidiano cómo todo el mundo, pero…, eso no es motivo para llorar…, ¿entonces?, ¿qué pasa?, ¿por qué esa lágrima?...
De repente pensé en ti y lo entendí, todas las preguntas tuvieron respuesta, todo tuvo sentido…, esa lágrima me recordaba que pronto te irás lejos, que durante unos meses no escucharé tu risa ni contaré con tu apoyo…, no estarás…
Sí, ya sé que soy tonta, que el tiempo pasa rápido y que volverás…, pero es que…
Aún no te has ido… y ya te echo de menos…

De camino al trabajo




Hoy cómo todas las mañanas ha sonado el despertador a las 7 a.m., es la hora de levantarme para ir a trabajar, pero el sueño ha podido más que yo y finalmente se me ha hecho tarde para coger mi autobús. Así que para evitar el estrés matutino y no llegar tarde a trabajar he decidido coger un taxi, sin sospechar que ese “viaje”, me haría pensar…

Cuando he subido al taxi, le he dado los buenos días al conductor y le he dado la dirección a la que quería ir, él era un hombre amable y llevaba puesta una emisora de radio que contactaba con la central que les informaba de nuevas recogidas de pasajeros. Los dos íbamos en silencio escuchando las diferentes conversaciones, hasta que una en especial nos llamó la atención:
“ Central: Atención 225, ¿ha recogido ya a la pasajera?
Taxi 225: Negativo, estoy dando vueltas en la calle, pero no puedo parar, vienen coches detrás y no puedo detenerme. Además el Nº3, no existe…, y aquí no hay nadie, así que espero en la puerta de los cines, supongo que alguien vendrá…
Central: ¿Cómo que no hay nadie?, pero si acaba de llamar la señora diciendo que está esperando en la puerta…
Taxista 225: Pues yo estoy en la Calle Santa Teresa cómo pone el papel, y aquí no hay nadie, así que espero en la puerta de los cines, supongo que alguien vendrá…
Central: ¿Cómo que no hay nadie?, pero si acaba de llamar la señora diciendo que está esperando en la puerta…
Taxista 225: Pues yo estoy en la Calle Santa Teresa cómo pone el papel, y aquí no hay nadie…
Central:¡ Pues mire bien, ese papel!, Teresa es el nombre de la señora y la dirección Calle del Rosario Nº3
Taxista 225: ¡Ah!, siento el error, estoy allí en diez minutos.”
Tras escuchar la conversación, el conductor del taxi en el que iba y yo nos hemos echado a reír, porque la anécdota ha sido graciosa, pero además a mi me ha hecho pensar, que estas cosas nos pasan a menudo a todos.
A veces estamos tan convencidos de que nuestra verdad es la verdad, que no vemos nada más allá, aunque leas una y otra vez, siempre ves lo mismo, siempre ves lo que quieres ver.
Quizá si nos detuviéramos tan sólo por un instante, y leyéramos despacio el texto, podríamos ver y entender claramente que la que esperaba era la señora Teresa en la calle del Rosario.
P.D: Es increíble…, cuánto se puede aprender de un “viaje tan corto”.

miércoles, 4 de mayo de 2011

Tormenta





Son las 18,42 de la tarde, martes 3 de Mayo de 2011, miro por la ventana y veo un cielo gris, la lluvia golpea con fuerza el cristal…, a lo lejos un rayo brilla entre las densas nubes…, despacio cuento hasta cinco… 1, 2, 3, 4, 5 y se oye el fuerte estruendo de un trueno, mientras un leve escalofrío recorre mi cuerpo.

Lentamente mi mente divaga entre mil pensamientos, sintiendo que esa tormenta que está fuera en la calle, también está dentro de mi, es tan sólo un fiel reflejo de mi alma, hoy la lluvia no tan sólo empapa las calles sino también mi corazón, y el estallido del trueno es también el grito callado que se ahoga en mi garganta.

Hoy me siento perdida, más que nunca, sin rumbo, sin saber dónde refugiarme de esta gran tormenta cómo la gente que corre en la calle buscando un lugar para cobijarse.

Hoy el camino se hace muy cuesta arriba y es difícil caminar sin que se mojen mis pies, y aún así hay que seguir, con el corazón empapado de lluvia y la explosión de mi alma, seguiré caminando con la esperanza de que cuando la tormenta acabe volverá a salir el Sol.

Punto de partida



Siempre he pensado que al nacer empiezas un “mágico viaje”, tan bello cómo incierto, tan dulce cómo amargo, del que nadie sabe nada, pero en el que todos queremos seguir: “La vida”.
Todos, de una forma u otra luchamos por conseguir nuestros sueños, saltando los obstáculos que nos pone la vida, por duros que sean, todos luchamos por seguir adelante pase lo que pase, cueste lo que cueste.
Pero hay veces, en las que ese sueño, el que más deseas, es el más difícil, y a veces… imposible, entonces sientes que las fuerzas te flaquean, que no puedes seguir, simplemente piensas ¿para qué?, sientes que la tierra se abre bajo tus pies, que nada tiene sentido, sientes que has perdido el rumbo y no encuentras el punto de partida.
Es el momento de tomar decisiones, aunque duela, es hora de remontar el vuelo y mirar a nuestro alrededor, porque cuando una puerta se cierra otra, en alguna parte se abrirá y hay que entrar por ella, sin pensar, sin mirar que hay detrás, lo que tenga que ser… será. No dudes, no tengas miedo, porque no siempre abandonar es de cobardes, a veces retirarse a tiempo puede ser una gran victoria.

Será duro seguir sin ese sueño, duele saber que lo has perdido que se escapó entre tus dedos y que nunca volverá. Pero piensa que tras esa puerta hay un nuevo mundo por descubrir y está esperándote a ti.
Yo por fin me decidí a abandonar mi sueño más grande, a seguir otro rumbo, a entrar por esa puerta que me invita a vivir, porque aunque duele reconocerlo… me equivoqué.

Un país... mágico


Existe un país que no está en los mapas, no lo busques en el Norte ni en el Sur, nisiquiera las brújulas te dirán cómo llegar. Es un lugar mágico en el que todo es posible, podrás sentir cómo las hadas y los duendes ejercen su hechizo sobre ti, y cómo una dulce melodía escucharás sus risas juguetonas mientras te ven seguir el camino que ellos te van trazando…

Suena increíble, pero es cierto…, existe, losé… porque yo estuve allí.

Anoche salí a pasear, el mar estaba en calma y servía de espejo a una mágica luna de plata que en él coqueta se miraba adornada de millones de estrellas. Cielo y mar fundidos en uno solo cómo dos corazones enamorados.

Yo caminaba descalza por la orilla, sentía la arena fría bajo mis pies y escuchaba el tranquilo romper de las olas, todo era paz, todo era bello…, y entonces recordé, la melancolía me invadió. Despacio me senté en la arena para escribir su nombre, mientras una lágrima resbalaba por mi mejilla… De repente sentí el calor de una mano sobre la mía, levanté la mirada y encontré sus ojos brillantes que me miraban…, yo me sonrojé y empecé a temblar, él suavemente secó mis lágrimas, me sonrió y lentamente se acercó un poco más, mientras yo sentía que mi corazón latía con fuerza, quería escaparse…, correr hacia él para contarle al oído todos sus secretos.

Él siguió acercándose muy despacio hasta que sus labios rozaron los míos, pero en ese preciso instante… desperté.

Abrí los ojos y encontré la fría realidad, todo había desaparecido, la playa, la brillante luna, las estrellas, él…todo…excepto una cosa, algo de ese sueño seguía conmigo…

El ritmo acelerado de mi corazón que con cada latido susurraba su nombre cómo una dulce nana que acunaba un alma dormida que seguía (y seguirá siempre) en aquella playa sentada en la arena esperando aquél mágico momento en que él apareció.

La salida del sol me hizo abandonar “El País de los Sueños” y me trajo de vuelta a la vida real. Por un momento me sentí decepcionada, triste por perder toda esa magia, pero sólo fue un momento porque después entendí que un nuevo Sol había salido para vivirlo, disfrutarlo… y entendí que quizá ese sueño podía ser realidad, ¿por qué no?, al fin y al cabo la vida es sueño…, así que extenderé mis alas y volaré..., volaré muy alto para llegar hasta él.

Mi cuento particular..., mi vida:)

Título: Un Cuento sin Princesas ni Dragones

Autora: Lidia López Pinedo




Hoy me apetece escribir un cuento, pero no será de esos en los que se habla de princesas encantadas y dragones…, no. Este es un cuento mucho más real, es la historia de alguien que se empeña, a pesar de todo…, en VIVIR…
Moraleja: A veces la vida te pone duras pruebas, obstáculos que parecen imposibles de saltar, es entonces cuando debes ser fuerte, luchar con uñas y dientes para ganar la partida. Acepta las cartas que te han tocado y juégalas de la mejor forma posible, no te rindas nunca porque la vida es demasiado bonita para perdérsela llorando en un rincón, y si en algún momento sientes que las fuerzas te flaquean, simplemente mira a tu alrededor porque siempre encontrarás una mano tendida para evitar que te caigas, siempre habrá alguien dispuesto a compartir tu carga, y no te preocupes si hoy has perdido, que nada ni nadie te haga sentir que eres un perdedor, porque si hoy has perdido, mañana te tocará ganar, y pase lo que pase abre siempre de par en par las puertas de tu alma y de tu corazón, deja que se inunden de luz, de ilusiones, de amor, porque esas serán tus mejores armas para vencer, y lo más importante de todo, sueña, nunca dejes de soñar, pero ten cuidado porque a veces los sueños…, se hacen realidad
(Sí, ya sé que la moraleja siempre va al final, pero ya he avisado que este cuento es diferente, así que por una vez cambiaremos las reglas).

Érase una vez una niña muy esperada y deseada, que llegó al seno de una familia en la que ya habían dos niños varones, era una familia humilde y sencilla, pero felíz, la llegada de la niña supuso la felicidad completa e hizo realidad el sueño de su mamá de tener una niña a la que poder poner vestiditos y adornos en el pelo.
Tras unas cuantas discusiones por decidir que nombre ponerle, finalmente la llamaron Lidia. Así empezó la historia de una niña que creció rodeada de cariño, jugaba con sus muñecas, iba al colegio, se peleaba con sus hermanos mayores de vez en cuando…, todo era normal, o al menos eso parecía, hasta que un día, cuando la niña enttró en la adolescencia, empezó a darse cuenta de que no veía bien, que en el colegio empezaba a tener problemas para poder ver lo que el profesor escribía en la pizarra, y que poco a poco cada vez se le hacía más difícil leer.
A partir de entonces todo empezó a cambiar, el futuro de esa niña felíz empezaba a difuminarse cómo su vista, ¿qué le estaba pasando?.
Al principio, nadie se alarmó, todos pensaron: “Bueno, la llevaremos al oculista, para que le gradúen la vista, seguro que necesita gafas”. Y así lo hicieron, la llevaron al médico y le pusieron unas gafas, pero el problema no se solucionó, todo lo contrario, los años pasaban y el problema iba creciendo, por más médicos que visitaba, ninguno le encontraba nada…, hasta que un día llegó a un doctor, que si vió en ella algo diferente. Era un señor mayor que en cuanto la revisó se dio cuenta que algo raro pasaba, llamó a otro doctor, y luego vino otro más, todos se miraban y hablaban entre ellos, y todos tenían cara de preocupación.
Lidia, los miraba desconcertada y nerviosa porque intuía que las noticias que iban a darle no eran buenas, y efectivamente, no lo fueron…
Salieron todos de la sala, dejándola sola por unos instantes que a ella se le hicieron eternos, hasta que finalmente entró el doctor mayor, el primero que la vió, se sentó delante de ella y con un nudo en la garganta, tratando de encontrar las palabras adecuadas le dijo: - Lo siento mucho, pero tienes una enfermedad degenerativa en la retina y vas a ir perdiendo vista poco a poco, eso sí, nunca llegarás a ser ciega total, pero si te quedará baja visión…, por el momento no hay ningún tratamiento, ni se puede operar, pero…, tú eres muy joven y la ciencia avanza rápido, seguro que de aquí a unos años se podrá hacer algo…, pero ahora mismo…, no.
Lidia, le escuchaba en silencio, atónita, sin ningún tipo de reacción, en ese momento tan sólo pensaba en cómo iba a darle la noticia a su madre que la esperaba fuera sentada en la sala de espera, no podía pensar, la invadía una sensación muy extraña, y tan sólo pudo sentir cómo una lágrima rodaba por su mejilla.
El doctor hizo entrar a su madre y le explicó la situación, fue un momento muy duro para ellas, la madre miró a su hija con lágrimas en los ojos y la abrazó muy fuerte, estaba desconsolada. Siempre es duro para una madre aceptar las cosas malas que le pasan a sus hijos, y este fue un golpe inesperado, demasiado duro para las dos.
Madre e hija salieron de la consulta, la hija lloraba en silencio, y la madre, entre lágrimas y abrazos trataba de consolarla, pero ella estaba peor que su hija, estaba muy nerviosa y asustada, entonces, en ese preciso instante en que estaban abrazadas, Lidia se dio cuenta de que tenía que ser fuerte, no podía derrumbarse porque sino el sufrimiento de su madre sería aún mayor, y ella no soportaba verla sufrir, a su madre no, así que tenía que sacar fuerzas de dónde fuera, cómo fuera, y lo hizo. Se secó las lágrimas y le dijo: - Mami, no llores, yo estoy bien, de verdad, esto no va a cambiar nada, iremos a otros médicos, a ver que dicen, y ya verás cómo pronto sale algo para curarme, por favor, no llores más…
Se abrazaron con más fuerza aún, y tras calmarse un poco, intentaron asimilar la noticia para volver a casa, aún faltaba decírselo al resto de la familia…, ahora les tocaba a ellas escoger las palabras adecuadas…, lo cuál no sería nada fácil.
Fue la madre quién se decidió a hablar, el padre y los hermanos de Lidia la escucharon en silencio, nadie dijo nada, tan sólo que había que buscar una segunda opinión, que seguro que algo se podría hacer para al menos poder parar la enfermedad.
A partir de entonces, Lidia empezó la rueda, iba de médico en médico y todos decían lo mismo: “No hay solución”, hasta que al fin uno de ellos le hizo enfrentarse a la realidad y le sugirió un camino…, afiliarse a la ONCE para poder seguir su vida de la mejor manera posible.
Resultó duro para Lidia escuchar el consejo de aquél médico, se sentía perdida en su interior, no sabía que hacer, tan sólo sabía que tenía que ser fuerte y no permitir que su familia la viera derrumbarse, nadie debía verla llorar, aunque cuando llegaba la noche y se quedaba a solas en su cuarto lloraba en silencio y la invadía una inmensa incertidumbre de cómo sería su vida a partir de entonces.
Pasó un tiempo, Lidia intentaba seguir con su vida normal, iba a cuidar a tres niños por las tardes a los cuáles adoraba, salía con sus amigos,…, todo parecia igual, cómo si nada hubiera pasado, pero ella sabía que no era así, que todo había cambiado y que tenía que enfrentarse a ello, asumirlo lo antes posible. Y así lo hizo.
Un día Lidia sacó fuerzas y le dijo a su madre que quería ir a la ONCE, que quería seguir adelante y que aquel era el mejor camino.
Para su madre no fue fácil asimilar que su hija iba a estar afiliada en una organización para ciegos, pero finalmente accedió a los deseos de su hija y las dos fueron a conocer aquel desconocido mundo. Un mundo que resultó ser una puerta abierta a millones de posibilidades que jamás hubieran imaginado. Allí tenían aparatos tecnológicos para poder leer, hacían cursillos de muchas cosas, era increíble ver cómo gente que tenía problemas mucho más graves que el de Lidia estaban allí estudiando, labrándose un futuro a pesar de todo. Lidia se dio cuenta entonces de que lo importante no era cómo se hicieran las cosas, lo único importante era hacerlas, aunque fuera de una forma diferente a cómo las había hecho hasta entonces. Fue maravilloso para ella ver que tenía delante un mundo por descubrir y un largo camino por recorrer…
Lidia se apuntó a un cursillo para aprender a leer braille, luego a un curso de telefonía para trabajar cómo telefonista, y luego a otro para aprender inglés para el cuál se tuvo que ir tres meses a vivir a Madrid y otros tres más a vivir a Londres, fue una experiencia maravillosa e irrepetible que Lidia guarda en lo más profundo de su corazón, porque en ese tiempo conoció a gente realmente increíble con la que creó unos lazos muy fuertes, allí nació una amistad de esas que cuesta tanto encontrar y que es para siempre.
Después de aquel viaje mágico, Lidia volvió a España y encontró un trabajo cómo telefonista en una empresa, aquello supuso otro objetivo más cumplido para ella, se sentía felíz y realizada,, una vez más volvió a creer que por mucho que costara, se podia seguir.
Los primeros años que Lidia pasó en ese trabajo fueron muy buenos, porque encontró unos compañeros de trabajo que la acogieron y la aceptaron cómo uno más, sin importar que ella tuviera un gran problema de visión, todos se volcaron desde el principio para ayudarla si en algún momento lo necesitaba y poco a poco se creó más que un grupo de compañeros, un grupo de amigos. Pero con el paso del tiempo, las cosas en la empresa fueron cambiando, y casi todas las personas que formaban ese grupo se fueron marchando a trabajar a otros sitios, y la situación de la empresa iba cada vez peor. Entonces Lidia empezó a buscar trabajo para irse de allí, pero no salía nada, las cosas estaban difíciles y más para las personas con una discapacidad, además no tenía casi estudios…, ¿qué iba a hacer ahora?, allí no estaba bien, no quería seguir, estaba cansada de hacer siempre lo mismo y de que la tratasen cómo un cero a la izquierda..
Entonces pensó que lo primero que debía hacer era aprender informática porque sin eso estaba completamente perdida, así que se fue a la ONCE de nuevo y se apuntó en un curso primero de mecanografía para poder manejar el teclado sin necesidad de verlo y después a varios cursos de ofimática e Internet, no le resultó fácil, porque además de todo eso debía aprender a manejar el programa especial que tenía que utilizar para poder llegar a ver las letras de la pantalla, pero finalmente consiguió dominarlo todo bastante bien. Cuando acabó con los cursillos de informática, Lidia pensó que porque no seguir estudiando, porque no hacer ahora lo que en su momento no pudo hacer por las circunstancias que le había tocado vivir, ¿sería una locura empezar una carrera universitaria con 35 años?, eso era lo de menos, lo importante es que le apetecía, quería hacerlo y lo iba a intentar, así que se apuntó a una academia para hacer el exámen de acceso a la universidad para mayores de 25 años, tenía miedo, no sabía si sería capaz de aprobar después de tanto tiempo sin estudiar, pero, una vez más Lidia volvió a sorprenderse a sí misma y aprobó ese exámen a la primera..
Todo fue muy rápido, casi sin pensar, y cuando Lidia quiso darse cuenta ya estaba en la Universidad. El primer día que fue a conocer el campus lo hizo acompañada por su profesora de apoyo de la ONCE, fue un momento inolvidable, la invadían multitud de sensaciones, no podía creerse que realmente estaba allí. Las dos se dirigieron al departamento que la universidad tenía para ayudar a los estudiantes con discapacidad, allí le explicaron que le facilitarían todo tipo de adaptaciones para que pudiera desarrollar las tareas, las clases, todo…
A medida que le iban explicando, Lidia sentía que se había metido en algo muy grande, y aunque estaba asustada, su miedo poco a poco se iba disipando porque toda aquélla gente era increíble y tenían una gran sensibilidad a la vez que una gran calidad humana. También informaron a Lidia de que en la Facultad habría un tutor que la orientaría y ayudaría en todo lo que necesitara y le facilitaron su teléfono para que concertara una entrevista con él.
Lidia lo llamó y concertaron una reunión un viernes por la tarde en la Facultad. Ella llegó a la hora acordada y preguntó por él en recepción, esperó un par de minutos hasta que él vino a buscarla para dirigirse los dos hacia su despacho. Cuando Lidia lo vió por primera vez sintió una extraña sensación, le transmitió una confianza y una tranquilidad que nunca antes había sentido.
Mantuvieron una larga charla, él le preguntó sobre su vida y ella le explicó su historia, lo difícil que había resultado para una adolescente asumir un problema tan grande y el esfuerzo por seguir adelante superando mil obstáculos para no dejar que la vida le ganara la partida.
Él escuchaba atentamente, en silencio, con cara de sorpresa, entonces ella le preguntó: -¿Qué pasa, por qué me miras así?
Y él contestó: -Pasa que pensaba que era yo el que iba a enseñarte algo, y la lección me la estás dando tú, eres una luchadora nata y me acabas de dar una lección de vida impresionante. De ahora en adelante, todos esos obstáculos te los voy a quitar yo.
Lidia, se quedó sin palabras, no sabía que decir, simplemente agachó la cara y le dijo que sólo tenía dos opciones, quedarse en casa llorando en un rincón o seguir adelante, y ella había optado por seguir.
Después de la conversación él le enseñó la Facultad, hicieron un recorrido por las aulas, los estudios de radio, de televisión, la sala de actos, todo…, era enorme y Lidia sentía que la invadía una profunda ilusión, una emoción tan intensa que casi se podía tocar y que todo el miedo que sentía al principio había desaparecido, aquél hombre le había contagiado todo su entusiasmo, sus ganas de vivir, su fuerza…, Lidia no lo conocía apenas pero sentía que podía confiar en él, que sería un gran apoyo y no dudó ni un segundo que cumpliría cada una de las cosas que le había dicho en su conversación.
Después del recorrido por la Facultad, él la acompañó a la parada del autobús y se despidieron hasta Septiembre cuando empezaran las clases.
El verano transcurrió rápido, Lidia estaba contenta y deseando que llegara Septiembre para empezar su aventura universitaria. Por fin el gran día llegó, primero hubieron unas jornadas de bienvenida para presentar a los alumnos las diferentes carreras, las actividades optativas que podrían coger para obtener créditos de libre elección, etc…, y a la semana siguiente empezaron las clases, Lidia estaba emocionada y muerta de miedo a la vez, a ella siempre le había costado integrarse con gente que no conocía, porque a pesar de que normalmente era una chica abierta, alegre y extrovertida, cuando no conocía a nadie se sentía pequeñita y la vencía la timidez.
Cuando entró en clase se dio cuenta de que doblaba la edad a todos aquéllos chicos, que no había nadie de su edad y eso la inquietó aún más, ¿realmente podría encajar allí?.
Tras una charla el coordinador de la carrera al que Lidia también había conocido en julio, hizo que los alumnos se presentaran uno por uno para ir rompiendo el hielo. Lidia se puso muy nerviosa ¿cómo reaccionarían todos aquéllos chicos cuando supieran que tendrían que compartir aula y hacer trabajos con una persona discapacitada?, cuando le tocó el turno a ella, sacó fuerzas, se levantó de la silla y se puso al lado del profesor delante de noventa compañeros y con voz temblorosa dijo: - Hola, me llamo Lidia, tengo 35 años y estoy aquí porque me encanta el mundo de las RRPP. También me gustaría deciros que soy deficiente visual, así que quizás necesite vuestra ayuda en algunas ocasiones, sé que esta aventura no va a ser fácil, pero al menos aquí estoy para intentarlo.
En aquél momento se hizo un silencio general, hasta que uno de ellos dijo: - ¡Pues claro que sí!, y toda la clase se puso a aplaudir.
Lidia se quedó muy sorprendida y el profesor también, los dos se miraron con una sonrisa en la cara, ninguno de los dos esperaba aquélla reacción tan calurosa y efusiva.
Aquél fue un momento inolvidable para Lidia, otro más, porque desde que pisó por primera vez aquélla universidad cada paso que daba era un pequeño triunfo.
Después de aqél día, las clases empezaron a desarrollarse con normalidad, y Lidia se fue integrando poco a poco con sus compañeros, e inició una amistad muy especial con una niña maravillosa, divertida y con un gran corazón, siempre estaban juntas, ella ayudaba a Lidia en todo momento, incluso en broma y para hacerla enfadar la llamaba “mami”.
El primer curso transcurrió rápido, Lidia aprobó todas las asignaturas a las que se había matriculado, excepto una, así que al año siguiente la repitió junto con las que le quedaban por matricularse del primer año, ya que sólo había hecho la mitad para no agobiarse demasiado con el trabajo y los estudios.
Al año siguiente aquélla adorable amiga que Lidia tanto quería se trasladó de universidad, se fue a la de su ciudad, y aunque la amistad entre ellas seguía, Lidia la echaba mucho de menos. Además sus compañeros de curso habían pasado todos a segundo y ella seguía en primero acabando las asignaturas pendientes, lo cuál significó empezar de nuevo, volver a conocer a otro grupo de gente, explicarles su problema, todo de cero. Pero una vez más Lidia volvió a sorprenderse gratamente, porque si el año anterior había encontrado compañeros geniales, esta vez fué mejor aún, esta vez se encontró con un grupo unido que iban siempre todos a una y que una vez más acogieron a Lidia con los brazos abiertos, cómo a una más, sin importarles su discapacidad y ayudándola en todo lo que ella no podía, no alcanzaba a hacer, y lo hacían con un cariño, con toda su buena intención, sin darle importancia a lo que hacían. Pero Lidia si se la daba, cada gesto, cada pequeño detalle para ella tenía un valor incalculable, porque sin esa ayuda tenía muy claro que no podría estar allí, así que ellos sin darse cuenta estaban contribuyendo a que Lidia hiciera realidad su sueño de estudiar.
Lidia era consciente de que su esfuerzo era importante, pero que sin la ayuda de todo aquél maravilloso equipo que le proporcionaba las adaptaciones necesarias, sus compañeros y por supuesto su tutor, ella no podría seguir adelante, los necesitaba a todos y todos estaban allí de una forma u otra, unos pasándole los apuntes a soporte digital para poderlos leer con su programa especial de ordenador, otros en el día a día en clase y compartiendo risas en la cafetería y por último su tutor, con el que de vez en cuando se reunía y charlaban de cómo le iba todo, de que dificultades se iba encontrando, de todo un poco…, y con el paso del tiempo, a raíz de esas reuniones fue surgiendo una bonita amistad.
Una vez, en una charla, él le comentó que había escrito un libro sobre el Ché Guevara, pero que hablaría de su parte humana, del hombre, no del guerrillero, y que estaría publicado en verano. Así fue, el libro salió a finales de junio, cuando ya se habían acabado las clases y ellos se habían despedido hasta Septiembre.
El estrés de los exámenes finales acabó, pero Lidia seguía trabajando, y aquellos meses de junio y julio fueron especialmente duros para ella porque tenía muchísimos problemas en la empresa, se sentía agobiada y necesitaba escapar de alguna manera, entonces pensó que una forma de escapar era con la imaginación, así que salió a la calle, se fue a una librería y se compró el libro que había escrito su tutor. Ella sabía que él escribía muy bien, porque leía publicaciones de artículos que él hacía en su página web de viajes, pero cuando empezó a leer aquél libro, se sorprendió aún más, estaba lleno de magia, de aventura, de sentimiento y sobretodo de un Guevara tan desconocido cómo maravilloso del cuál aprendió muchísimas cosas.
Lidia sabía que su tutor estaba en México, él había ido allí a presentar el libro, y pensó que debía enviarle un mail para felicitarlo por su trabajo y transmitirle todas las emociones que le había hecho vivir al leerlo. Era lo mínimo que podía hacer para devolverle un poco de todo lo que él hacía por ella, pero jamás pensó que aquél mail tendría consecuencias…
Cuando volvieron en Septiembre, Lidia y su tutor se reunieron para ver cómo iban a organizar el curso, que iba a necesitar, etc…, entonces él le dijo que en dos semanas iba a presentar su libro en la facultad y que quería que ella fuera, por supuesto Lidia le dijo que asistiría encantada.
Él insistió a Lidia en que llevara a mucha gente, a sus amigos, su familia, todos, cuántos más mejor, ella finalmente asistió con una amiga, sin sospechar lo que iba a pasar.
Lidia y su amiga llegaron muy justas de tiempo y se sentaron en dos asientos que encontraron libres en segunda fila, la sala estaba repleta de gente, y justo cuando se sentaron, se bajaron las luces, el protagonista ocupó su lugar en la escena y un canta-autor empezó a cantar tan sólo acompañado por una guitarra. Se creó un ambiente mágico en toda la sala, y después el autor del libro empezó la presentación, empezó a hablar de Guevara, y de lo que pretendía reflejar el libro, pero de repente en el segundo bloque del acto él empezó a hablar de un tema diferente, y dijo: - Desde hace tres cursos soy tutor de las personas con discapacidad, ellos me dan una lección de vida cada día.
Este verano tuve la oportunidad de presentar mi libro en México y no sabía cómo hacerlo, no sabía cómo resaltar la esencia del libro, no se me ocurria nada…, entonces pasó algo…, recibí un mail de una persona que juraría que está hoy en esta sala…
Al escuchar esas palabras, Lidia empezó a temblar, las lágrimas brotaron de sus ojos, y el mundo por un momento se paró, porque esas palabras eran para ella, no entendía porqué, no lograba comprender porque estaba haciéndole un reconocimiento tan grande, delante de toda aquélla gente que había ido a verlo a él, era su momento y le estaba dando todo el protagonismo a ella. Lidia sabía que él se sentía orgulloso de ella, se lo había dicho muchas veces, pero ella jamás imaginó que él querría que todo el mundo supiera el esfuerzo, la lucha, la historia de Lidia, y mucho menos que lo haría de una forma tan mágica y especial.
Él siguió hablando: - Ella tiene un fuerte problema en la vista y mi libro tiene la letra muy pequeña, pero eso no le impidió leerlo y enviarme ese mail, y al abrirlo, me di cuenta que allí estaba todo…, todo lo que yo quería decir sobre el libro, ella me ponía pasajes enteros de capítulos, y entonces supe exactamente todo lo que quería decir…
Toda la sala le escuchaba en silencio mientras de fondo sonaba una música de guitarra, fue una presentación muy especial, y no tan sólo el fragmento dedicado a Lidia, sino toda, de principio a fin. Lidia salió de allí muy emocionada, y supo que aquél momento se quedaría grabado a fuego para siempre en su corazón, porque jamás esperó un reconocimiento tan grande, y que lo hiciera alguien a quién ella admiraba con todas sus fuerzas, tanto cómo profesional, cómo personalmente por su gran calidad humana, fue la mayor recompensa que pudo darle la vida. Entonces recordó un cuento que hacía poco que había leído precisamente en la web de su tutor, hablaba de una sonrisa y una lágrima, que aunque tenían caminos muy diferentes, un día por unos instantes se cruzaron y la sonrisa le preguntó a la lágrima: -¿Tú que le pides al camino?, y la lágrima respondió: -Yo tan sólo SOBREVIVIR. Y la lágrima le preguntó a la sonrisa: ¿Y tú?, a lo que la sonrisa contestó: Yo únicamente VIVIR… Pues eso es exactamente lo que Lidia deseaba y por lo que luchaba, únicamente por VIVIR…Y colorín colorado, este cuento…, aún no se ha acabado…
P.D: El cuento seguirá porque cuento con “todos”, y con un gran Talismán… “El camino es largo y cuento contigo ”.