viernes, 6 de mayo de 2011
De camino al trabajo
Hoy cómo todas las mañanas ha sonado el despertador a las 7 a.m., es la hora de levantarme para ir a trabajar, pero el sueño ha podido más que yo y finalmente se me ha hecho tarde para coger mi autobús. Así que para evitar el estrés matutino y no llegar tarde a trabajar he decidido coger un taxi, sin sospechar que ese “viaje”, me haría pensar…
Cuando he subido al taxi, le he dado los buenos días al conductor y le he dado la dirección a la que quería ir, él era un hombre amable y llevaba puesta una emisora de radio que contactaba con la central que les informaba de nuevas recogidas de pasajeros. Los dos íbamos en silencio escuchando las diferentes conversaciones, hasta que una en especial nos llamó la atención:
“ Central: Atención 225, ¿ha recogido ya a la pasajera?
Taxi 225: Negativo, estoy dando vueltas en la calle, pero no puedo parar, vienen coches detrás y no puedo detenerme. Además el Nº3, no existe…, y aquí no hay nadie, así que espero en la puerta de los cines, supongo que alguien vendrá…
Central: ¿Cómo que no hay nadie?, pero si acaba de llamar la señora diciendo que está esperando en la puerta…
Taxista 225: Pues yo estoy en la Calle Santa Teresa cómo pone el papel, y aquí no hay nadie, así que espero en la puerta de los cines, supongo que alguien vendrá…
Central: ¿Cómo que no hay nadie?, pero si acaba de llamar la señora diciendo que está esperando en la puerta…
Taxista 225: Pues yo estoy en la Calle Santa Teresa cómo pone el papel, y aquí no hay nadie…
Central:¡ Pues mire bien, ese papel!, Teresa es el nombre de la señora y la dirección Calle del Rosario Nº3
Taxista 225: ¡Ah!, siento el error, estoy allí en diez minutos.”
Tras escuchar la conversación, el conductor del taxi en el que iba y yo nos hemos echado a reír, porque la anécdota ha sido graciosa, pero además a mi me ha hecho pensar, que estas cosas nos pasan a menudo a todos.
A veces estamos tan convencidos de que nuestra verdad es la verdad, que no vemos nada más allá, aunque leas una y otra vez, siempre ves lo mismo, siempre ves lo que quieres ver.
Quizá si nos detuviéramos tan sólo por un instante, y leyéramos despacio el texto, podríamos ver y entender claramente que la que esperaba era la señora Teresa en la calle del Rosario.
P.D: Es increíble…, cuánto se puede aprender de un “viaje tan corto”.
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